Esta iglesia de estilo barroco se ubica en la plaza homónima, que en su momento fue el epicentro del comercio en la ciudad y actualmente destaca como espacio urbano por los distinguidos edificios que la circundan.
El origen de la Iglesia data del siglo XVIII y durante la segunda mitad del siglo XIX su concesión fue cedida a los Jesuitas, quienes la continúan rigiendo hoy en día. Esta singular iglesia cuenta con dos fachadas, la principal que se ubica sobre la Plaza Romea y otra que se observa desde la plaza de Santo Domingo y que carece de entrada, ya que es meramente decorativa.
Su fachada principal con aires renacentistas y con detalles barrocos destaca por su sobriedad y aloja en su centro estatuas realizadas en piedra de Santo Domingo y San Francisco, y en sus laterales están los escudos de la Orden Franciscana y Dominica. En su planta superior aparece la figura de San Vicente Ferrer con actitud predicadora en conmemoración a las predicaciones realizadas por el santo valenciano en esa misma plaza durante el año 1411. A la derecha de la Iglesia se puede apreciar la famosa Capilla del Rosario, que comparte uno de los coros con el gran templo.
Aunque actualmente estas dos edificaciones se encuentran unidas no siempre fue así, ya que en principio se encontraban separadas por una verja y un coro alto, que fue eliminado tras la reestructuración del templo durante el siglo XVIII.
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